En relación a las partículas en suspensión, por ejemplo, consideradas por la OMS como un contaminante muy perjudicial, cabe citar la investigación de Ryan D. Kennedy, de la Johns Hopkins University (4). En el marco del estudio se realizaron mediciones sobre las cubiertas de varios cruceros. Los resultados confirmaron la elevada cantidad de partículas en suspensión que generan estos navíos. En algunas zonas de popa expuestas de forma directa a las emisiones de las chimeneas, las concentraciones fueron comparables a las que se dan en ciudades como Pekín, siendo un problema apreciable incluso en alta mar.